¿Complicamos el sexo?

La religión ha puesto su grano de arena al
asunto (diríase una roca más que un grano) insistiendo en el sexo ligado a la
procreación y en un entorno de absoluta legalidad matrimonial. Ha fomentado,
además, el sentimiento de culpa ante las prácticas por placer, solitarias o en
compañía. Mostrando un profundo desconocimiento de las necesidades humanas, ha
facilitado los abusos, la fertilidad descontrolada y la misoginia. Y no es
la única culpable. Todo individuo normalmente constituido alberga en su
interior un policía, un juez y un represor.
Aparte de sus efectos saludables, el sexo es
un placer barato al alcance de la mayoría y capaz de satisfacer a cualquier
grupo de edad (Ahí va un video muy bonito, que
les recomiendo).
Pero con el paso del tiempo nos volvemos
difíciles. ¿No debería ser al revés? La edad nos vuelve menos atractivos. A
todos. Esta sensación de pérdida de belleza en una sociedad cruel que se rige
por criterios estéticos puede amilanarnos, haciéndonos perder de buenas a
magníficas experiencias. Es el momento de recordar que la edad nos vuelve
también más expertos y capaces de controlar todo tipo de situaciones.
Más importante de decidir si el físico del
otro nos atrae o no y si estaremos a la altura de sus expectativas, es no dejar escapar situaciones en las que se produce ese momento de provocación, de magia o de
perfecto posicionamiento de los astros, y dejarnos llevar. A ciertas alturas de
la vida no se busca un padre/madre para los hijos y un encuentro fortuito con
final feliz puede remontarnos más la moral que aquella vez a los dieciocho,
cuando nos llevamos al huerto al bonito/a de la clase.
Comentarios
Publicar un comentario
Breve y conciso. Gracias.