De besos y caricias

¿Por qué nos gustan las caricias? Los
motivos son físicos y psíquicos. Disponemos de un órgano receptor excepcional:
la piel. Sus múltiples terminaciones nerviosas nos permiten recibir estímulos
del exterior, como la temperatura o el contacto con otros materiales. Las
sensaciones recibidas están directamente conectadas con el sistema nervioso
central y, del mismo modo que el estrés puede producir alteraciones cutáneas o
que muchos sentimientos se reflejan en la piel (rubor, pelos de punta, sudor),
las caricias que recibimos le resultan placenteras y relajantes a la mayoría.
Asimismo, gracias al sentido del tacto, las características percibidas al tocar/acariciar
se transmiten al cerebro por las fibras nerviosas para ser registradas en forma
de distintas sensaciones. A pesar de ser el menos especializado de los cinco
sentidos, el tacto aumenta
su agudeza cuanto más se usa. Esta es una buena noticia que significa que a
mayor práctica, más disfrute.
¿Qué tienen de agradable los besos? Todos
recordamos nuestro primer beso en la boca y nuestras sensaciones al respecto. Según
Sigmund Freud,
que estudió el desarrollo sexual infantil, los niños buscan desde el nacimiento
satisfacer su libido a través de distintas partes del cuerpo. Este proceso
tendría cinco fases: oral, anal, fálica, latencia y genital. La fase oral se
refiere al placer que experimenta el lactante ligado a la excitación de labios
y cavidad bucal que acompaña su alimentación. Este placer sexual precoz sería
el encargado de mantener en el futuro estas zonas como erógenas.
En términos sexuales, las caricias y los
besos son el primer paso en la exploración del cuerpo del otro, en el que
producen dos sensaciones muy útiles al coito: relajación (reducen o eliminan la
tensión de la rutina diaria) y excitación (descubren zonas erógenas que el
tacto estimula). Las caricias tienen además una función de conexión con la
pareja al afianzar la complicidad y el vínculo entre ambos; forman parte del
preámbulo amoroso que fortalece los lazos afectivos y la confianza.
Hablando en términos no sexuales, está
demostrado que toda persona desde su nacimiento necesita ser tocada y así reconocida
por los demás. Las carencias en este sentido originan diversos trastornos psicológicos
y sociales.
Tenemos pues buenos motivos para desarrollar
el sentido del tacto y ser más pródigos en caricias. ¡Manos a la obra! Sería
una lástima perderse estas pequeñas alegrías tan fáciles de realizar y que
tanto nos aportan.
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Breve y conciso. Gracias.