La "petite robe noire"

El mío es entallado,
con caída y sin mangas. He perdido la cuenta de los años que lo tengo de fondo
de armario. Cuando lo veo colgado en su percha, esperando tranquilo su momento
de gloria, recuerdo que ha resistido cambios de domicilio, de modas e incluso las
crisis de final de temporada en que me da el pronto y me desembarazo de un
montón de prendas. Él aguanta, siempre se queda, y por ello se ha ganado mi
respeto y también mi afecto.
Lo cierto
es que es el vestido de los mil usos: con perlas juego a ser Audrey Hepburn en “Desayuno
con diamantes”; con medias de color y botines me da un aire artístico-informal,
con una blusa debajo lo luzco en entornos laborales. La “petite robe noire” se
adapta a todos los ambientes, a todas las estaciones o casi, y es mucho más que
“el vestido que te pones cuando no sabes qué ponerte”, como lo definió Coco. Se
ha convertido en un compañero fiel, en mi aliado vaya donde vaya, en una
pequeña parte de mi vida con la que me encuentro muy a gusto.
Y ahora se
me ocurre que si extrapolamos el tema “vestido” al tema “hombres”, ¿quién de
nosotras no desea tener uno así? Aunque no para colgarlo en el armario, claro…
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Breve y conciso. Gracias.